domingo, 1 de marzo de 2009

COSTUMBRES MASÓNICAS DE ANTAÑO EN SEMANA SANTA


En tiempos pasados la Semana Santa o Semana Mayor se celebraba en Santiago de los Caballeros rigurosamente. Desde el Jueves Santo, después del Gloria In Excelsis Deo, hasta el Sábado de Gloria después que las campanas en tono de alegría anunciaban la Resurrección de Cristo, el pueblo se entregaba a un recogimiento espiritual muy íntimo, de tal manera, que apenas se veían gentes transitar por las calles, salvo para asistir a los cultos que celebraban las iglesias en recuerdo de tan magno acontecimiento del espíritu.

La población campesina acudía a la ciudad en grandes romerías ataviados con sus mejores galas desde el Lunes Santo para asistir a las procesiones de Jesús en la Columna, Jesús Pacientísimo, Jesús Nazareno y a las solemnidades del Jueves y Viernes Santo y ceremonias del Sábado y Domingo de Resurrección.

¡Que bello amanecer! Desde la madrugada llamaban las campanas de las iglesias a los feligreses de sus respectivas parroquias para la celebración de las misas ordenadas por el ritual y, luego de terminadas, se dispersaban los concurrentes a sus respectivos hogares en medio de la más grande alegría del espíritu, deseándose a las salidas de los templos, muy felices pascuas y bendiciones del cielo para sus respectivas familias. Mientras, la chiquillería callejera asaltaba despiadadamente a los vendedores de panes, frutas, dulces y vituallas para cantarles el aleluya y en reñida lucha que hacía desternillarse de risa a la multitud, arrebataban a estos cuanto llevaban ... ! Si aquellos tiempos volvieran!

En esa gran solemnidad religiosa tomaba parte principalísima la masonería santiaguesa. Hasta el año 1886 los masones concurrían el Jueves Santo a la Iglesia Mayor, que era entonces la Iglesia de N. S. del Carmen, en traje de rigurosa etiqueta, para hacerle guardia de honor a Jesús Sacramentado en el monumento, desde la terminación de los oficios divinos de la mañana hasta las doce de la noche (12:00 P. M.).

El Viernes Santo reanudaban las guardias hasta la hora del Santo Entierro. A esta procesión tenían obligación de asistir los miembros de la Respetable Logia Nuevo Mundo No. 5, los Sob:. Cap:. de R:. C:. "GETHSEMANI" No. 2 y los Cons:. De GG:. EE:. Cabb:. Kad:. "CIBAO" No. 2. Los masones del Grado :.4 al 33 acompañaban al Santo Sepulcro, llevando las cintas, como privilegio especial, los masones investidos con el Grado 33.

En 1884, días antes de la celebración de la Semana Santa, el Sacristán de la Iglesia Mayor advirtió que el hábito de San Juan el Evangelista estaba sumamente deteriorado para concurrir a la procesión del Santo Entierro. De inmediato acudió al Cura Párroco llamándole su atención e informándole la situación, a lo cual éste contestó: "Vaya donde el Venerable de la Logia y No. 5” fue la primera logia en abrir sus puertas previa solicitud y permiso de la Gran Logia Nacional.

Debemos hacer mención de que en el año de J 863, por orden de la Gran Logia, el delegado Antonio Delfín Madrigal, Comunicó con los tres grados simbólicos de la masonería a los destacados patriotas que lucharon por la reconquista de la patria. Estos fueron:

Generales Gregorio Luperón, Pedro G. Gutierrez, Francisco Antonio Bordas, Pedro Antonio Pimentel, Genaro Pespiñón, Manuel M. Abréu, Simón Valdez, Silverio del Monte, Coronel Agustín Franco Bidó, Presbítero Miguel Quezada, Don Justiniano Jiménez, Don José Manuel Glas, Don Miguel A. Román, Don Wenceslao Álvarez, Don Teófilo Espaillat, Don Vicente Jáquez, Don H. Severain Riobe, Don Hilarión J. Puello, Don Ulises Francisco Espaillat y Don Máximo Grullón.

A cada uno se les hizo entrega de su certificado correspondiente, de los cuales, en el museo de nuestra Logia reposa como símbolo viviente el certificado otorgado al ilustre ciudadano de Santiago de los Caballeros, Don Ulises Francisco Espaillat. De todos los Hermanos que se iniciaron por comunicación de grados y que también obtuvieron por la misma vía el segundo y tercer grado, solamente no se regularizaron en la Logia Nuevo Mundo No. 5 ni se afiliaron en otra Logia el Presbítero Miguel Quezada, Don Ulises Francisco Espaillat y Don Máximo Grullón.

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